PAUTAS BÁSICAS DE UN PROGRAMA DE ALIMENTACIÓN

PAUTAS BÁSICAS DE UN PROGRAMA DE ALIMENTACIÓN

Como principio básico, es importante recordar que cada especie de depredadores ha evolucionado durante milenios para suplir vacíos ecológicos específicos (Brue 1994). El hecho de que los depredadores consuman animales de presa implica también la ingesta de las partes desechables del animal, como son la piel y el plumaje, músculos, huesos, vísceras y el contenido del intestino de la presa. Cuando suministramos alimento a las aves en cautividad, tenemos que tener en cuenta todos estos aspectos. Cualquier alteración en la dieta de las aves, incluso entre especies de presa diferentes, en cautividad o en libertad, puede resultar un cambio en las proporciones relativas de las sustancias consumidas.

Se ha confirmado que la necesidad de alimento para los depredadores varía según el tamaño del ave. Las águilas ratoneras, milanos reales y águilas necesitan aproximadamente < 10% de humedad por día, en la comida, de su masa corporal; los halcones de gran tamaño y especies acipiter entre 10-15%, mientras que los halcones pequeños y acipiter necesitarían entre 20-25% (Craighead et Craighead 1969, Brown 1978, Kirkwood 1980 et 1985).

Por lo tanto, el total de alimento que se requiere se puede observar como una correlación entre la eficiencia digestiva de cada ave y su promedio metabólico.

Barton et Houston (1993) calcularon la eficiencia digestiva de varias aves depredadoras en el verano (>20ºC) y en invierno (0ºC) alimentados con una dieta para pollitos de un día, que a continuación en la tabla 1 podemos ver:

TABLA1_NUTRICIONAL

Como parte del mismo estudio, Barton y Houston descubrieron que la eficiencia digestiva afecta a la masa corporal cuando se alimentan con una variedad de alimentos. Cuando la alimentación es basándose en conejos de 8 días, el peregrino pierde un promedio de 5.01% de su masa corporal inicial, el águila ratonera gana 2.78%. Cuando se alimentan con la misma masa de palomas, los peregrinos ganan un promedio de 1.81% de la masa corporal inicial, y el águila ratonera gana significativamente más masa corporal que los peregrinos cuando se les alimenta o con conejos o con palomas. Hay que tener en cuenta que el muestreo de ingestas de carne tomado para este estudio, se hizo sólo con carne magra, separando toda la egagrópila y grasa. Por lo tanto los resultados podían variar y los repetimos con egagrópila, grasa y los esqueletos de huesos.

Mientras que Barton y Houston estudiaron la eficiencia digestiva, otros autores han tenido en cuenta los promedios metabólicos. Los promedios metabólicos afectan la habilidad del ave de presa para mantener un balance de energía positiva y esto influencia las adaptaciones morfológicas, fisiológicas y de comportamiento. Los promedios metabólicos están influenciados por varios factores incluidos el clima y la latitud (Weathers 1979). El Gasto Metabólico Basal (GMB) es igual al número de kilocalorías de energía que un animal en reposo necesita para mantener su funcionamiento vital, como mantener la respiración, circulación, metabolismo, la digestión de los alimentos, el sistema inmunitario y el mantenimiento de la temperatura corporal (homeostasis).

Las aves tienen uno de los niveles más altos de GMB entre los vertebrados, ya que son endotérmicos: la temperatura corporal se mantiene mediante la conversión de los alimentos en energía. Además hay una relación inversa entre tamaño corporal y promedio metabólico,Las aves tienen uno de los niveles más altos de GMB entre los vertebrados, ya que son endotérmicos: la temperatura corporal se mantiene mediante la conversión de los alimentos en energía. Además hay una relación inversa entre tamaño corporal y promedio metabólico.

Cuanto más pequeño es el depredador más alto es el nivel de GMB. Aunque las aves más grandes comen más, necesitan un porcentaje significativamente más pequeño de su masa corporal como de alimento diario.

Desafortunadamente, no es un tema sencillo el calcular el GMB de nuestras aves y relacionarlo con el contenido calórico de los alimentos que les proporcionamos. No todas las kilocalorías de los alimentos que les proporcionamos a nuestros depredadores están disponibles para el ave. Algunas se pierden como parte no digestible y se eliminan en forma de egagrópila o a través de las heces. La parte útil de la comida genera la energía metabolizable (EM) de esa comida, y se puede considerar como el grueso de energía (GE) de la alimentación, menos las kilocalorías contenidas tanto en la egagrópila como en los excrementos.

De nuevo, no es tan sencillo el relacionar la EM de los alimentos con el GMB, puesto que la EM de la alimentación varía con:

• El tipo de comida;

• El método de preparación, cambio de plumaje, patas etc.;

• La cantidad de egagrópila restante de los alimentos.

El porcentaje del total de la energía de la alimentación que está disponible como energía metabolizante varía, por ejemplo, para pollitos de un día al 85% (Duke y al. 1973) o para ratones de laboratorio al 75% (Kirkwood 1979). Toda la energía metabolizable expedientaría que suministramos a través de la alimentación a un depredador en periodos no activos, adicional al GMB se convierte y almacena en grasa para su uso posterior cuando el halcón tiene menos comida o es más activo de modo que sus necesidades energéticas son mayores, por ejemplo, durante épocas frías, cambio de plumaje o crianza.

Los cetreros experimentados han aprendido lo expuesto anteriormente gracias a la observación del peso de sus aves cuando les alimentan mediante distintos alimentos en diferentes condiciones. En otras palabras a temperatura constante, alimentos diferentes añadirán más o menos peso al alimentar a depredadores específicos. Estas pautas nos permiten el entrenamiento cetrero pudiendo controlar el peso.

Kirkwood (1980) ha calculado la EM necesaria de algunos depredadores como indica la tabla 2:

TABLA2_NUTRICIONAL

Sin embargo, existe la tentación de evaluar las necesidades alimenticias de nuestros halcones sólo en términos de necesidades energéticas de la EM para mantener los niveles de RMB, o en otras palabras como alimentar a las aves correctamente para así mantener el peso de vuelo y caza adecuado. Esta fijación sobre la cantidad de alimento que deben ingerir las aves, puede desembocar desafortunadamente en una desatención de la calidad y variedad alimenticia.

Con el objetivo de mantener pesos constantes, los halconeros pueden verse tentados por seguir una dieta fija durante el periodo de caza (y a menudo el periodo de cría) ya que el cálculo y control del peso son más fáciles cuando se utiliza sólo un tipo de alimento.

La alimentación, sin embargo consiste en algo más que el contenido de EM/kilocalorías (ver anexo B), y así como la EM de la alimentación varía con según el tipo, también le pasa al contenido nutricional en términos de disponibilidad nutricional, composición y proporción vitamínica y minerales que contiene. Un halconero de nuestros días tiene que conocer el valor nutricional de una gama de alimentos para así poder desarrollar una dieta que sea a la vez adecuada en términos de contenidos energéticos y de vitaminas y contenidos minerales. No es aceptable el uso de un único tipo de alimento y añadir un suplemento alimenticio (ver la sección de “áreas problemáticas”).

Teniendo en cuenta lo anteriormente expuesto, a la vez que los métodos por los que se confeccionan las necesidades nutricionales, los siguientes parámetros que usan en el Zoo de Houston al querer establecer nuevos regímenes alimenticios (Angel y Plasse, 1997), nos proporciona un punto de partida:

Crianza y recomendaciones de mantenimiento desarrolladas basándonos en:

• Hábitos alimenticios en libertad
• Diferencias de comportamiento entre especies diferentes
• Siempre y cuando sea posible, contenidos nutricionales de las dietas que se han usado satisfactoriamente
• Siempre y cuando sea posible, información nutricional general disponible en bibliografía científica.
• La línea base utilizada fue la del Consejo de Investigación Nacional. 1994. Necesidades alimenticias avícolas, novena edición revisada. Publicación de la Academia Nacional, Washington, D.C* (*afirmando que no existe ninguna recomendación nutricional para las especies aviares y habiendo revisado este tema en el zoo, se usaron como líneas básicas niveles nutricionales recomendados para el sector avícola comercial, siempre teniendo en consideración las revisiones regulares).

Sin embargo, se puede argumentar que inicialmente este sistema no puede alcanzar niveles de nutrición óptimos, teniendo en cuenta las revisiones en ciclos de 18 meses. Los regímenes alimenticios para colectivos individuales pueden establecerse con el tiempo. Como Angel y Plasse han afirmado “la verdadera prueba de la nueva dieta no se completará hasta que las aves experimenten los desafíos estacionales como la crianza, puesta de huevos, cuidado de sus crías y también su envejecimiento”.
Última modificación: jueves, 8 de septiembre de 2011, 09:12