DEPOSITOS DE IURU

DEPOSITOS DE IURU

Durante el trabajo de terreno se utilizó el término "minas" para referirse a los depósitos de donde se extrae la greda. En el Garrapatas la gente enfatizó siempre que no se trata de minas, pues éstas son únicamente aquellas de minerales preciosos y no las hay en la región; en el Chamí fue aceptada la utilización del término sin reparos, pero también sin que fuera compartido por los indígenas. Ellos hablan siempre de iuru y del sitio en donde se encuentra o, mejor aún, del dueño de las tierras correspondientes. Por esto se ha adoptado la denominación de depósitos.
El concepto de barro = iuroba (de iuru = tierra y ba = sustancia líquida) es muy poco empleado por los indios. Ya se vio cómo Ilegan, incluso, a desechar el barro que sale de los depósitos al excavar. Por esta razón se ha dejado de lado su utilización para referirse a la greda.
Los depósitos de materia prima para la cerámica son escasos en ambas zonas estudiadas, siendo esta circunstancia todavía más acentuada en el Chamí. Ceramistas y sus familiares exploran permanentemente en busca de la tierrita: en los caminos, en los barrancos, en las cañadas, en los derrumbes, etc. Cuando una tierra parece ser apta, cerosita al tacto y simple al gusto, se recoge una muestra y se ensaya, es decir, se elabora una pequeña vasija y se quema en el fogón, si no se raja, el material es bueno y comienza a ser utilizado. Es general, en ambas zonas, la queja de los ceramistas por la mala calidad del iuru. Pero en el Garrapatas se ha idealizado la situación del Chamí pese a que, al contrario, es peor.
Por lo regular, los depósitos están situados lejos de la casa de sus consumidores; sólo en tres casos se encontraban cerca y únicamente en uno de ellos quedaba al pie de la vivienda.

Ubicación
Los sitios en donde se encuentra la greda están siempre asociados con el agua; se trata de "vagoncitos" y vaguadas, casi siempre en la parte alta de un nacimiento o en el nacimiento mismo. En algunas oportunidades la veta es grande, en otras es pequeña y se agota al poco tiempo, debiendo ser abandonada. En ocasiones se va muy profunda, dificultándose la extracción; la gente prefiere, entonces, buscar otra, aunque no en todos los casos.
"Baudilio nos lleva a la mina que hay en su finca. Dice: 'es tierra buena, barro de Ankima'. Y agrega que los antiguos sacaban tierra de aquí y decían que era la mejor tierra junto con la de La Loma.
"Bajamos del camino por entre el rastrojo muy crecido y Ilegamos frente a un socavón grande y profundo de más de 3 metros. Se ve tierra blanca, amarilla, roja, azul. Es el nacimiento de una quebradita y el agua corre en poca cantidad. Baudilio dice que en invierno hay bastante.
"Antigua todos Ilevaban de aquí. Encima había una raíz de dinde y ésta se cayó, tapando el hueco. Cuando Baudilio consiguió la finca, Inés, su primera mujer, le dijo que la destaparan, pues ella sabía hacer cántaro. Había un charco muy grande al pie. La destaparon y la gente comenzó a bajar, aún desde La Montaña y Puerto de Oro, a Ilevar tierra de aquí otra vez" (ver foto No. 1: Depósito de iuru, vereda Josefina, región de Purembará, zona del Chamí).
Otras, en cambio, son pequeños huecos en el barranco, con unos 50-60 centímetros de diámetro y otro tanto de profundidad.
La asociación con cañadas y nacimientos, así como su ubicación en la parte alta de ellos, corrobora su carácter de depósitos formados por las aguas a partir de lugares de origen más altos.

Propiedad
Los dueños de las fincas en las cuales existen depósitos de iuru no se consideran, en general, propietarios de ellos y menos aún si ellos mismos no son alfareros. Cualquiera puede extraer tierra con sólo "pedir permiso". En El Chamí, donde son más escasos los sitios de tierra buena y mayores los conflictos entre familias y personas, comienza a darse el caso de que se niegue a quienes se cree pueden "dañar" la veta, el permiso para su utilización, especialmente si la finca pertenece a familias que fabrican objetos cerámicos.
Se dan casos en los que la greda se encuentra en sitios que no son propiedad de indígenas sino de blancos o en sitios públicos: tejares, cementerios, fincas de colonos, etc., sin que se haya observado obstáculo para la extracción de la tierra; la mayoría de las veces ni siquiera media una autorización.

"Daño" de la greda
La tierra puede ser "dañada" con facilidad mediante su contaminación; esto "daña" no solamente la cantidad directamente afectada, sino también el depósito del cual proviene.
La causa fundamental del "daño" es la contaminación por sal. Un depósito se daña si se le echa sal o si se orina sobre él. Pero también se produce el "daño" si la tierra se maneja con las manos saladas por el sudor, o porque se estaba cocinando antes de tocarla, o mojadas por los orines de un niño y otras causas. Una alfarera en cuya finca hay un depósito, niega la extracción de la tierra a aquellas colegas que considera no son cuidadosas en el manejo de ella y pueden contaminarla accidentalmente, pues se dañaría la totalidad de la greda del depósito.
Si los excedentes que quedan a medida que se trabaja se botan al patio, especialmente en el lugar en donde la gente orina de noche, la tierra se daña. Lo mismo sucede si la extracción la efectúa una mujer embarazada.
De este modo, las rivalidades de distinto orden entre familias o entre individuos pueden enderezarse a dañar la veta de donde extrae su greda un rival. Casos se conocieron de vetas que han sido dañadas de esta forma y han sido abandonadas. Por eso hay un cierto secreto sobre la ubicación de los depósitos y el consiguiente recelo a dejarlos ver de extraños.

Extracción del material

La greda debe extraerse en los días de luna nueva, "luna perdida". En otro momento, el material que se saca no sirve y la cerámica fabricada con él se rajará al quemarse. En algunos casos se piensa que los últimos días de menguante sirven también, pero la creciente y, sobre todo, la luna Ilena, son mal tiempo y nadie sacará su tierra en esos días.
Llegado un día bueno, la ceramista, sola o con su familia (si es casada, con su marido) o acompañada por otras mujeres, sale de su casa llevando un recatón o un palo aguzado, según la naturaleza del sitio, y un machete, hojas de biao o plátano y, si hay mucha agua, una totuma. Lleva también uno o varios canastos E, de acuerdo con la cantidad de tierra que necesite.

Una vez en el sitio, desmonta el rastrojo con el machete (pues aquel ha crecido desde la última vez que alguien vino) y ubica la veta. Cuando hay exceso de agua y el agujero está encharcado, achica el agua con la totuma; la tierra muy desleída o aguada, el barro propiamente dicho, se elimina por el mismo medio. Alcanzada la tierra más seca, comienza a sacar pequeñas cantidades, aflojándola con el recatón o el palo. La amasa entre los dedos y se unta en la lengua para probarla. Con base en estos dos criterios sabrá si ya está sacando greda útil (ver foto No. 2: Extrayendo iuru con un recatón. Vereda Jebanía, zona del Garrapatas).

En caso positivo, la alfarera va amasando un poco el iuru y quitándole las piedras y el material orgánico más grandes, antes de colocarlo en las hojas, envolverlo en ellas y meterlo en los E. En caso contrario, buscará alrededor hasta ubicar la veta útil.
Obtenida ]a cantidad deseada, tapa los canastos con las hojas y emprende el regreso a casa, doblada bajo el gran peso. Algunas deben transportar su carga en carro, debido a la gran distancia. Por ejemplo, las ceramistas de Pueblo Rico, en el Chamí, deben sacar su tierra del cementerio de Apía, otro pueblo a casi una hora en bus.


Última modificación: sábado, 19 de marzo de 2011, 14:00